martes, 6 de agosto de 2013

Kikiriki

Cuando fui el dmingo a Olmedo mi madre no hacía más que quejarse de que uno de los gallos no la había dejado dormir.
Por lo visto, empezó a cantar a las cuatro de la mañana y no paró en toda la noche.
Creo que tú no tendrías ese problema.
Acostumbrada a mis ronquidos mucho tendría que gritar el plumífero para que te enteraras

No hay comentarios:

Publicar un comentario