miércoles, 24 de julio de 2013

Aventuras de Kara Cole, investigadora privada (III)

La Policía identificó al ahogado esa misma tarde mediante el más directo pero más tedioso método de ir con una foto del muerto hotel por hotel.
En lo que los uniformados se hacían con un nombre. Kara Cole, investigadora privada, ya había encontrado perfiles en redes sociales, comprobado antecedentes, listado propiedades y pedido a un amigo hacker que le hiciera un informe de sus finanzas.
Esta era la parte más aburrida del trabajo. Rebuscar entre papeles toda la noche buscando ideas, apuntarlas en una libreta y después comprobarlas una por una. Celos, venganzas, amantes, deudas, adicciones, clientes insatisfechos, socios avariciosos.
Al amanecer ya había descartado la mayoría de los motivos habituales pero estaba agotada y no pudo evitar quedarse dormida sobre los documentos que casi había memorizado.
Soñó con el acantilado y el mar embravecido. No fue agradable.
Al despertar y tras una ducha rápida decidió dar una vuelta para despejarse y quizás preguntar por el segundo hombre, el desaparecido.
La versión oficial era que el muerto había caído del acantilado -que tan solo tiene unos cinco metros hasta el agua- sorprendido por un repentino golpe de mar. Una vez en el agua intentó asirse a las rocas pero la corriente y marejada convirtieron el fondo en una turbina que acabó con él. Del acompañante que mencionaban algunos testigos no había ni rastro, pero se suponía que había corrido la misma suerte y que ya aparecería.
Su primera parada fue el propio acantilado. Desechó desde un principio buscar huellas o rodadas. entre turistas, curiosos y los equipos de rescate aquello bien podría estar barrido, que encontraría lo mismo. Sin embargo decidió adentrarse en el bosquecillo que crecía desde allí, en paralelo al mar. Andó durante un par de horas, y salió a un pequeño camino forestal. Y ahí sí que había huellas. Si no lo interpretó mal de una moto, posiblemente de cross o trial. por la profundidad con un solo pasajero. El día de la muerte había llovido por la mañana, pero las marcas no mostraban erosión alguna, así que tenían que tener menos de 24 horas. Además, tras rastrear un poco Kara Cole, investigadora privada, concluyó que el origen de las rodadas estaba dentro del bosque. La moto llevaba un tiempo indeterminado aparcada allí dentro. Luego llovió, aquel desgraciado se ahogó y más tarde alguien se largo en una moto con la que no había venido.
Hizo fotos con el móvil y desandó el camino. Primero comería algo, luego continuaría el trabajo.

(Cada miércoles y domingo, una nueva entrega de las Aventuras de Kara Cole, investigadora privada, aquí, en su blog favorito!!)

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